Las actividades extraescolares también tienen un impacto positivo en el rendimiento académico de los niños. Participar en actividades como clases de refuerzo, idiomas o técnicas de estudio, les permite reforzar sus conocimientos y adquirir nuevas competencias que pueden aplicar en su día a día escolar.
Además, actividades que exigen disciplina y constancia, como la música o los deportes, enseñan habilidades organizativas y de manejo del tiempo que favorecen el estudio y la concentración. También, el entusiasmo y la motivación que los niños experimentan al practicar algo que les gusta se refleja en su actitud frente a las tareas académicas, mejorando su disposición y rendimiento en el aula.